Cuando se pinta una habitación desde cero, es recomendable comenzar por el techo y luego continuar con el resto de las paredes. Para empezar, se deben proteger los pisos con una lona o funda de plástico y lo ideal es retirar todos los muebles de la habitación. De lo contrario, mover los muebles al centro de la habitación y cubrirlos con sábanas (para que estén a la vista de todos).
Como de costumbre, una buena preparación es la clave para garantizar un acabado perfecto. Limpiá el techo con un paño húmedo para retirar el polvo y controlá que no hayan quedado telarañas o restos de polvo.
Si el techo tiene signos de decoloración o manchas de humedad (de una antigua filtración por ejemplo), te recomendamos aplicar una pintura base como Incablock solamente en las zonas afectadas.
Lo mejor es trabajar alejado de las fuentes de luz, buscá la ventana más grande y empezá por ahí, así podés ver lo que pintaste y no te quedan "huecos".
Recortá los bordes del techo con un pincel mediano (lo ideal es un pincel sintético con cerdas de 2 pulgadas de largo). Es recomendable usar cinta de enmascarar en las uniones de las paredes con el techo para alcanzar el mejor resultado posible.
Una vez que has recortado todos los bordes y esquinas, podrás empezar a pintar el techo con el rodillo. Si tu techo es particularmente alto, podés usar un palo de extensión para evitar subir y bajas las escaleras. Si el techo es texturado, se recomienda usar un rodillo más mullido.
¡Estás a punto de terminar! Aplicá una seguna mano de pintura una vez que la primera se haya secado por completo y usá un rodillo pequeño (no un pincel) para retocar las zonas desparejas. Ahora relajáte y disfrutá del fruto de tu esfuerzo.
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